Su humor y presencia la sigo amando y, sabes, también amé a aquellos que escribían pensamientos, visiones que liberaban mi imaginación. Amé de a uno, por las palabras en mi piel o por sus sueños superiores a los míos. Y me tendí en los brazos de más de alguno esperando su refugio de pecho encendido. Aprendí de otros, virtudes y vicios para el poder. Y te amo cada día porque tu olor me excita, tu voz me discute, tus manías me divierten y tu inteligencia me seduce.
Sin embargo, en mi pecho cabe más amor aún.
Y no todo es para los hombres.